Hay días que quiero odiarte, hay días que no me importas, hay días que pasan sin pensarte, pero otros en los que lo único que hago es traerte a mi mente e imaginarte, imaginarte junto a mí.
Me reprocho por qué todavía me gustas. Ya se acabo, aunque no tuvo un cierre o final, así tampoco fue su inicio, entonces podríamos decir que paso, y ha debido quedarse como una experiencia que tomo unos meses pero que nunca se concreto.
¿Qué es lo que todavía me gusta de ti? Me gusta que me sorprendes –todavía-, sales con unas cosas que no espero, y que me llegan directo al alma. Me gusta que haces cosas porque te nace hacerlas, no hay prejuicio, no hay filtro, lo sientes, lo haces y listo. Me gusta (aunque a veces lo odio) tu frescura, es como si no hubiera pasado nada, no sigue igual pero tampoco fue malo, no hay rencores, no hay cosas por decir, no te envideas – yo si- y eso me encanta de ti. Me gusta que a veces pareciera que todavía te encanto, de una forma extraña, me haces sentir importante y que todavía estoy ahí. Me gusta que apuntas a detalles que son muy yo, es como si me conocieras profundamente y supieras exactamente qué espero, qué quiero y qué me gusta. Me gusta que me siento como una adolescente tragada, esa sensación de fascinación cuando algo no es real. Me gusta que todavía cuando te pienso, algo se revolotea dentro de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario