martes, 19 de octubre de 2010

Ella también soy yo




Caía , caía caía, estaba a punto de estrellarme , no había forma de parar: soy fea, soy aburrida, soy ñoña, nadie me quiere, no me quiero.
 Salía por salir pero en cada salida me hundía más. Miles de personas estaban a mi lado. Música, fiesta, maquillaje, tacones ¿para qué? Allí estaba parada, brindando, bailando, sonriendo, cubierta por un velo que parecía no permitir que los otros me observaran, no me veía ¿era invisible? Yo era  invisible para mi, era invisible para los otros.
Quién era esa que se paraba frente a mi en el espejo  todas las mañanas. Esa no era yo. Ella era débil, insegura, miedosa, pesimista. No la conocía, nunca la había visto. Por primera vez se presentaba ante mi sin tapujos, nos encontrábamos cara a cara y me mostraba todo lo que no conocía, cada ves era más fuerte, ella quería ganar y apoderarse de mi. Yo cada ves estaba más a sus pies, ella tomaba mis manos y me jalaba tan fuerte que no podía resistirme, ella me llevaba y yo me dejaba.
El golpe nunca llego ¿qué paso?
Me gusta creer que algo de mi quedaba, algo todavía luchaba por no dejarse apagar, algo brillaba por ahí. Algo de lo que yo no caía en cuenta, pero que no se resistía, que no me permitía rendirme.
Fue cobrando fuerza poco a poco,  y me fue mostrando que ella no tenía la batalla ganada, que me quedaba ese algo: yo soy fuerte, yo soy segura, yo soy linda, yo soy inteligente, yo soy divertida, yo soy interesante. Yo soy así y soy creída de lo que soy.
Todavía no he vuelto a estar en Yo mayúsculas, descubrí que ella también está, y que ella también soy yo.

“Todo es bueno…todo. El hombre es desdichado porque no sabe que sea dichoso. Sólo por esto. ¡Esto es todo! Quien lo reconozca, será feliz en el acto, en el mismo instante.” Dostoiesky (Demonios)

Escribir para salvarme a mi misma.