miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mucha magia, muchas emociones, muchos sentimientos. Miedos que se fueron disipando con el pasar de las cosas. Dejarme ser, dejar pasar, sólo vivir, disfrutar, no pensar, no envidearme.
Por un tiempo fue ideal, llegó en el momento que era y me trajo la fuerza que necesitaba para caminar y volver a creer. Fue efímero, fugaz, repentino, eterno, único, soñado tan irreal que me permití soñarlo.

Como siempre llega la hora de despertarme y descubrir que aunque real es imposible y no sé hasta dónde llegar para hacerlo realidad.
La gran sombra de la cotidianidad empieza a arroparnos; mi vida transcurre entre levantarme y acostarme y siento que el aburrimiento y las dificultades de la distancia ya están rondándonos.

Es lindo, idealista y romántico pensar que nos hace falta el final feliz. Que como en toda historia, estamos en el momento en el que las dificultades parecen nublarlo. Pero realmente hay posibilidades de que algo pase, y aun así, ¿vale la pena seguir en un “algo” que no es nada, en un “estoy” vía mail o mensaje de texto, en un “beso” que no se siente, sólo se lee MUA?

Escribir para salvarme a mi misma.