lunes, 18 de agosto de 2008

Cómo una escena de película...

Ella caminaba por una calle de casas típicas, el verano está quedando atrás y el viento sacude fuertemente su pelo, es un día de esos que es difícil saber que ponerse, una chaqueta es un encarte, pero solo un saco no da a basto. Camina sin rumbo, no tiene a donde ir, pero quedarse en su cuarto mirando si entra un mensaje a su computador es insoportable; Él no responde.
Se sube al metro y una sensación de soledad la invade, miles de personas se montan con ella, pero nada de eso es conocido, extraña la cotidianidad de lo conocido, y aunque conocer implica expandir su mente, a veces quisiera seguir como estaba y no tenerse que enfrentar a mil sentimientos nuevos.
Al que más extraña es a Él. Ver sentados enfrente de ella, o parados cerca de la puerta, a una que otra pareja, hace que su corazón se retuerza. Se cogen la mano como Ella lo hacía con Él, se consienten, ella se arruncha a él mientras llegan a su destino. Ella no lo soporta más, decide bajarse en la siguiente estación y caminar, las imágenes que estaba viendo en el metro no la alentaban.
Pero todo parecía estar en su contra, y al parecer en ese día nublado todas las parejas han decido salir a demostrarle al mundo su amor. Muchas de ellas aprovechaban los últimos vestigios del sol de la tarde para sentarse en el parque a conversar; muchas otras están tomándose un café o una cerveza, otras simplemente caminan sin rumbo, como Ella, pero a diferencia están acompañados y no sintiendo un vacio en el corazón que ya no solo es un vacio, sino una punzada.
Ella quería estar ahí con Él, quiere que Él camine con Ella, que se sienten en el parque o se tomen un café, pero Él no está. Ella quiere que Él por lo menos aparezca al otro lado del teléfono o al otro lado del mensaje, pero Él tampoco está ahí, él simplemente ya no está.

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