jueves, 12 de noviembre de 2009

Sin Saber el Rumbo...

Me monté en un BARCO que no se a donde va,

Me monté en un TREN y no se cual es la próxima parada.

Navego -hasta ahora- por aguas tranquilas. El mar es calmado, sereno e inspira confianza y seguridad. No han llegado las tormentas, ni las olas fuertes, el miedo que producen las nubes negras y los relámpagos a lo lejos, todavía no se hacen presentes. Pero pueden hacer parte del viaje, en este timonear sin saber la ruta, sin brújula, sin estrellas que guíen mi camino, no se cómo esquivar la tempestad. El viento guiará mi ruta, y me llevará a aquella isla donde -probablemente- el destino me esté esperando.

Escucho lo rieles, me monté en esa estación gris y melancólica, en busca de algo nuevo y con color. Quería un nuevo rumbo, y solo fue pararme en la plataforma 3 para tomar el TREN que de ahí salía. No hay anuncios de una próxima parada, no se a dónde voy, y yo, estoy sentada mirando pasar las cercas que forman lineas, mientras la locomotora resuena en el fondo. Decidí montarme en el TREN y dejar que éste se detenga en la próxima estación donde el destino me está esperando.

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